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En las noticias de representación de 1670 que hemos recogido aparece citado este auto como Sueños hay que verdad son, y así aparece también en la Parte 3 de los Autos de Calderón (Madrid, Manuel Ruiz de Murga, 1717) y en todos los testimonios antiguos, así como en algunos catálogos más modernos[[ (Pa, 251; Wi, 98; RR, III, 619-20)]]. Sin embargo, aparece citado como Los sueños de José y sueños hay que verdades son en el manuscrito de la mojiganga de Los ciegos, que se representó en Madrid en 1670 al final del auto[[ (Granja, “Una mojiganga inédita...”, p. 270)]], y tan sólo como Los sueños de José en las noticias de representación de 1674 y 1688 que hemos recogido. En algunos catálogos más antiguos el título aparece citado en plural como Sueños hay que verdades son[[ (BL, 57, 600; Art, 433r; Sal, 377, 672; MeR, XLIX; GaH, 218; MC, 134)]]. Por otro lado, Alenda y Mira, en su catálogo de autos, recogía una cita de 1678 del padre Filguera de un auto calderoniano titulado El hambre de Egipto, que Alenda identificó con el que nos ocupa[[ (AM1, V, 97)]]. Sabemos que el auto representado en el Corpus de 1670 y en el de 1688 fue el auto de Calderón Sueños hay que verdad son, también conocido como los Los sueños de José, pues en ambos casos contamos con testimonios documentales que lo corroboran. Se equivoca, por tanto, Nuño Nieto al atribuir el auto representado en Madrid el 3 de julio de 1670 al dramaturgo José Pérez de Montoro[[ (DCP, II, 127)]], de quien se conserva un auto sacramental del mismo título, pero probablemente posterior, del que hay manuscrito en la BNE, “precedido de loa, escrita en 1701, para los acólitos de la catedral de Cádiz”[[ (AM1, IX, 499; PM, 523)]]. Por otro lado, aunque Sentaurens atribuye, con dudas, la autoría del auto representado en Sevilla en 1674 a Juan de la Torre, como ya señaló en su día Sánchez Arjona, Juan de la Torre debía ser el copista[[ (SA, 461-62; Se, 1146 n. 249, 1259)]] y, por lo tanto, creemos que el auto representado en Sevilla en 1674 fue el de Calderón. Para los testimonios antiguos conservados, impresos y copias manuscritas, véanse la edición de Sueños hay que verdad son de M. McGaha (1997) y el catálogo de Reichenberger[[ (RR, I, 619-20)]]. En todos los testimonios antiguos la autoría del auto se refiere a Calderón. Por otro lado, hay otro auto del mismo Calderón titulado Sueños hay que verdades son, al nacimiento de Jesucristo, Nuestro Redentor, que no debe confundirse con el que nos ocupa, pues en aquel el protagonista es San José, padre de Jesús, mientras que el que nos ocupa trata de los sueños interpretados por José Egipcíaco[[ (RR, 1117; BS, 1084)]]. Esta similitud de título entre ambos autos de Calderón ha ocasionado la confusión en algunos catálogos entre el título Sueños hay que verdad son y el título Sueños hay que verdades son, que dan cuenta tan sólo de uno de ellos, habitualmente con el título en plural, creyendo que se trata del mismo auto.[[ (BL, 57, 600; Art, 433r; Sal, 377, 672; MeR, XLIX; GaH, 218; MC, 134)]]. Urzáiz cita un auto anónimo Sueños hay que verdades son publicado como suelta, en Madrid, en 1739, que en realidad es una edición del auto de Calderón[[ (UT, I, 124)]]: véase Reichenberger[[ (RR, III; 810)]]. Es interesante señalar que la representación del auto Sueños hay que verdad son junto con el auto El verdadero dios Pan reanudó en 1670 las representaciones de autos en Madrid, canceladas desde 1665 por la muerte de Felipe IV. Además, McGaha, en su edición del auto Sueños hay que verdad son de Calderón, ha señalado las grandes deudas textuales que guarda con la comedia de Lope de Vega Los trabajos de Jacob, que tiene como segundo título precisamente Sueños hay que verdad son, y con la comedia de Mira de Amescua El más feliz cautiverio, y los sueños de Josef[[ (McGaha ed., pp. 16-43)]]. Sobre la obra de Lope puede verse el registro Sueños hay que son verdad en CATCOM.