Registro completo de la obra:
<< Volver al índice de títulos

El castigo del penseque aparece citada con este título en la noticia de representación de 1623 que hemos documentado, y como tal se imprimió pocos años más tarde en la Parte 1 de Tirso de Molina (Sevilla, Francisco de Lira, 1627), que contiene asimismo la segunda parte de la obra: Quien calla, otorga[[ (UT, 627)]]. No obstante, hacia 1734, como señala Zugasti[[ (pp. 71-80)]] en su edición de la obra, Teresa de Guzmán imprimió en Madrid El castigo del penseque con el título El que fuere bobo no camine y castigo del penseque, de ahí que muchos catálogos recojan El que fuere bobo no camine —o, en alguna ocasión, El que fuese bobo no camine[[ (MeR, XXXII; Sal, 578)]]— como un título equivalente a El castigo del penseque[[ (GaH, 38; MeR, XXVII; Sal, 595; Art, 60v; BL, 533)]], siempre como comedia de Tirso. Por otra parte, una obra titulada igualmente El castigo del penseque forma parte de la lista de "Comedias supuestas, que andan debajo de su nombre", impresa por Vera Tassis en la Verdadera quinta parte de Calderón (Madrid, Francisco Sanz, 1682)[[ (RR, I, 748; III, 43)]]. Asimismo, son varios los catálogos clásicos que, junto a El castigo del penseque de Tirso, atribuyen una obra homónima a Calderón[[ (Faj, 11r; MC, 20; GaH, 39; Art, 60v)]], conservada en una suelta según Fajardo[[ (Faj, 11r)]]. Sin embargo, no conocemos ningún testimonio de esta supuesta pieza calderoniana, que podría ser la misma obra de Tirso que nos ocupa[[ (RR, I, 748)]]. Basándose en una alusión interna, contenida en El castigo del penseque de Tirso de Molina, en la que se hace referencia a las Novelas ejemplares de Cervantes (1613) y a la segunda parte de El Quijote (1615) como una obra todavía no publicada, Cotarelo supuso que esta obra de Tirso se habría escrito en Toledo entre 1613 y 1615[[ (CM4, 156-57)]], y supuso asimismo, sin explicar sus razones, que la había representado la compañía de "Alonso o Tomás de Heredia"[[ (CM4, 206-207)]]. Hay que advertir que Cotarelo, como también Rennert (R, 491), creyó en la existencia de un Tomás de Heredia, que en realidad nunca existió, y le atribuyó noticias correspondientes bien a Alonso de Heredia, bien a Juan Jerónimo de Heredia: véase DICAT.